Últimamente la vida me presenta a chicas en circunstancias
similares a las que yo tenía hace unos meses. Me escribís algunas diciéndome lo
reflejadas que os sentís en mi historia y yo me lleno de orgullo de haberme
puesto un día a teclear este viaje.
Hace unos meses (Dios, sólo han pasado unos meses, y parece que fue en otra vida), cuando no era más que un enjambre de lágrimas y miedos, me encontré con historias que me dieron esperanzas, o simplemente me revolvieron por dentro, sacando cosas que no sabía ni que existían dentro de mí. Es más fácil cuando no te sientes, única o rara, y te deja de dar vergüenza lo que te pasa, así que fuisteis las luces que se encendían en las noches oscuras. Mi barco tiene mucho de vosotras, de este mundo que no se toca, pero te acompaña como un abrazo físico. Hoy es un día perfecto para dar las gracias, por cada uno de los comentarios que habéis escrito en este blog, y cada una de las entradas que habéis publicado en los vuestros. Por vuestros ánimos, cuando la Lola Pirata no se mantenía en pie, y por vuestra felicidad cuando mi tesoro comenzó a ser tangible.
Ayer tuve ecografía en la misma sala de espera
que hace solo 11 meses me encontraba aguardando para que me dieran los
resultados de una biopsia corial que le hicieron a mis gemelos estrella. Allí
rodeada de mujeres con barriga veía mi mundo en blanco y negro, aguantaba las
lágrimas y paraba mis piernas para no salir corriendo, no se hacia dónde.
Justo en el asiento donde se encontraba la Lola Pirata
hace 11 meses, había una chica sola, sin barriga, que miraba la mía. Le
pregunté desde que hora llevaba esperando y hablamos durante unos minutos, no
me hizo falta más. La sentí tan perdida y desolada como lo estuve yo. Sus ojos
se detenían una y otra vez en mi tripa redonda, mi tesoro, posiblemente tesoro
también para ella, hasta que llegó su turno. Unos 10 minutos y salió de la
consulta de Patología Gravídica con los ojos mojados. Nos cruzamos un instante
en la puerta y la miré. No fui capaz de decirla nada, me quede paralizada ante
el dolor que sentía, que posiblemente fuera el mismo que me ahogaba a mí (y lo
sigue haciendo). Y se fue; y no dejo de
pensar en ella, porque ella soy yo. Como lo sois cada una de las que seguís
luchando, como lo sois cada una de las que lo lograsteis y las que no.
Esta entrada es para esa chica. Es una entrada de
esperanza. Es una entrada de "se puede". Porque no olvido ni un
segundo por el infierno que he pasado, y lo duro que ha sido el camino. Muchas
me decíais, “lo conseguirás y cuando lo
hagas todo quedará atrás”, y teníais razón en parte. Mi hijo aún no ha
nacido pero sé que lo hará, podré decir que lo conseguí, pero no todo quedará atrás, me acompañará el resto de mi vida. Saldrá a flote con cada fecha
marcada a fuego en mi calendario y lo removerá una mirada de una chica triste
en una sala de espera. Siempre seré infértil, aunque consiga abrazar a mi hijo
vivo. Nunca olvidaré a mis hijos no nacidos porque se alojan en cada célula de mi
ser.
Pero se puede. Y te lo digo a ti que me lees y
necesitas ese rayo de fuerza que te haga levantarte y tocar en la siguiente puerta
de un ginecólogo en que depositarás todas tus esperanzas. Sigue adelante porque
tu tesoro está escondido, quizás muy cerca de ti. Sólo sigue adelante porque
merece la pena más que nada en la vida, y no tengas miedo al dolor. Si vuelve a
pasar, caerás y no sabrás cómo pero volverás a levantarte, porque el sueño de ser madre es más fuerte que todos tus demonios.
Le mando un abrazo a esa chica y a cada una de
las que seguís luchando por este sueño.