sábado, 7 de septiembre de 2013

Y llegó la revolución



Lo peor de este viaje quizás sea la incomprensión del mundo que me rodea. La gente no entiende que se pueda querer algo que nunca has visto. No entiende que desde el momento que sientes (¡porque sí, se siente!) que estás embarazada cada célula de tu ser adquiere otra configuración y ya te conviertes en madre. 
Llevo siendo madre un año aunque no tenga un bebe al que abrazar. Me he dormido cada noche de embarazada con mis manos de madre abrazando mi barriga, les he escrito cosas que nunca leerán,  me he imaginado sus habitaciones mil veces y como seria su llanto. Se que soy madre porque con cada uno de ellos he dejado de pensar en mi y habría dado mi vida por ellos. Es algo que sé yo, pero no la gente que me rodea. 
Tristemente me siento muy lejos de personas que antes consideraba amigos. Ahora me siento cómoda solo si el que me escucha, me entiende y para entender algo así tienes que haber vivido algo similar. Nadie entiende lo que se puede llegar a querer a un animal de compañía si nunca has vivido con ninguno y por mucho que te cuenten lo esencial que se puede llegar a convertir un perro en tu vida es incomprensible para un no amante de los animales. Es imposible entender el dolor de un aborto si ni siquiera tienes instinto maternal o has conseguido tener un hijo con facilidad. 

No soy de las que airean su pena, ni a las que les gusta la compasión del prójimo.  Me considero alegre y divertida, o más bien esa era la otra yo antes de ser capitana de un barco que busca tesoros. La que escribe está en revolución,  y quien tenga interés de quedarse tendrá que aprender a conocerme de nuevo, quizás ya no le guste lo que vea y tiene puertas abiertas para dar media vuelta, pero quien permanezca que sepa que estoy inmersa en la búsqueda más importante de mi vida, que habrá días que esté perdida en la tormenta y otros en los que disfrute al sol de la buena compañía de un amigo. Quien decida quedarse que sepa que tengo que soltar lastre en muchas situaciones para conservar la cordura, que no me importa realmente nada más en la vida que mi pareja y yo sobrevivamos a este viaje. Pero estoy preparada, siento el viento en mi cara y el corazón me late con fuerza, pienso viajar hacia lo desconocido porque la simple idea de que algún día encuentre lo que busco hace que todo merezca la pena. 
Soy fuerte y esto nos hará gigantes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario