Ayer lo vimos. Aun cuando lo pienso lloro. Ya
tenia manitas y piernecitas y por tamaño dicen que estoy de más tiempo. Mañana
haré 8 semanas. Los ginecólogos están siendo optimistas, dicen que si tuvieran
que apostar... ya sabéis. Creo que todo el mundo que me rodea, inclusive yo, si
tuviéramos que apostar... Pero esto no es un juego de azar, aunque el destino
parezca que se vale muchas veces de los dados para decidir.
Guardo los tesoros que voy recogiendo por el
camino: el sonido de su corazón, sus fotos, y mis lágrimas de paz, y lo voy
metiendo todo en una caja naranja. Espero algún día tenerla llena.
Por las noches sigo practicando el ejercicio de
visualización. Me duermo siempre imaginando que han pasado las semanas y unas
veces tengo barriga y otras lo llevo en brazos, así los sueños son dulces. Me
sigue dando miedo tanta calma, y se que no debería ser así, pero acostumbrada
al oleaje, juraría que navego en otro mar.
¡Papa pirata está exultante! Parece que ha
crecido en tamaño, él que de por si es muy grande. Los dos nos paseamos de popa
a proa cogidos de la mano y sonriendo. Si otro barco pasara a nuestro lado y
nos viera pensaría que una insolación nos ha hecho perder la cabeza.
Da igual, disfruta del momento me digo. Y así
hago, disfruto de las náuseas, de las inyecciones que hemos tomado como un
ritual "anti-monstruos que no quieren bebés" (como escuecen
las malditas) y de todo lo demás. Escucho a gente preguntándome como llevo lo
de la medicación o los síntomas y les respondo con una sonrisa. ¡Cómo voy a
llevarlo! Cualquier precio es barato si esto sale bien.
Y así pasan las horas, benditas horas que pasan.
Pasar rápido, aunque de esa manera me pierda momentos. Pasar rápido y hacer a
mi milagro fuerte, que nada pueda con él.