Si antes escribo una entrada hablando de amistades y pactos con el miedo, antes la realidad me da una bofetada y me recuerda lo frágil que soy.
El viernes en una de mis visitas frecuentes al baño, al limpiarme encontré sangre en el papel... A partir de ahí una brecha, un precipicio enorme se abrió bajo mis pies. Mil demonios salieron, arrancándome la piel a jirones. Mis queridos mil demonios, acumulados durante tanto tiempo, todos juntos y a la vez, mordiéndome las entrañas.
Volamos a urgencias, todo está difuso, pero fue rápido. Por primera vez me atendió un médico HUMANO, y no un trozo de carne con título. Me trató con diligencia y cariño. Mi hijo estaba bien, la sangre no provenía del útero. Era de la vejiga. Una infección de orina (a las que soy muy propensa), unido a la heparina y adiro que tomo eran las causantes. No había peligro, todo estaba bien. Antibióticos y para casa. Pero.. aun hoy me tiemblan las piernas.
Y me río de lo ilusa que soy. Pretendo lucir como una embarazada "normal". Pero las infértiles, las que hemos luchado y sufrido tanto, nunca somo embarazadas "normales" y posiblemente nunca seamos madres "normales". Luchamos contra el miedo constantemente, un miedo mucho más atroz que el de ninguna otra mujer, un miedo que paraliza y anula como ningún otro.
Desde el viernes he vuelto a ser consciente de mi fragilidad. Aunque lo intente con todas mis fuerzas no me desprendo de mis demonios y si soy sincera y escribo con el alma en mis dedos tengo tanto miedo a no poder abrazara mi hijo que no temo a ninguna otra cosa del mundo.
Disfrutar del embarazo, suena utópico, pero tengo que decir que durante muchos instantes lo consigo. Me "olvido" de mi historial y de lo cruel que ha sido a veces el destino y "disfruto", me relajo, pero seamos sinceros, también me miento y finjo en muchas ocasiones. Un pequeño dolor en el vientre, unas horas sin sentir las mariposas que me produce mi piratita, un recuerdo, fecha señalada, y el pacto con el miedo se rompe.
Sueño casi cada noche con sangre en mi ropa interior, o que me toco la barriga pero la he perdido. Me levanto por la mañana y después de la ducha finjo ser una embarazada "normal", y me voy al trabajo olvidando que me tiemblan las piernas. Pero no hijo mio, tu madre, aunque intenta ser valiente, cuenta los segundos que quedan para que no vuelvan a decirle: si pasara algo ahora, no podríamos hacer nada, es demasiado pequeño para tener opciones.
Crece rápido mi vida, crece rápido y demostremos al miedo que hemos vencido.